Es conveniente realizar un tratamiento adecuado, siempre individualizando cada caso.
Generalmente se suele comenzar con un tratamiento conservador, en cuyo primer escalón se encontrarían la toma de antiinflamatorios, la aplicación de hielo local y el reposo, podría recomendarse la utilización de una banda de inmovilización elástica en el brazo; en caso de que no se apreciara mejora podría infiltrarse con corticoides, mejorando en la mayoría de los casos la clínica de los pacientes (2,3).
Recientemente se está usando el plasma rico en plaquetas (PrP) para el tratamiento de la epicondilitis, que consigue mejoras significativas en el dolor, la función y la calidad de vida de los pacientes (5). En comparación al tratamiento con corticoides se ha observado que los PrP ofrecen mayor reducción del dolor y mejora de la funcionalidad a medio-largo plazo (6).
Se está investigando también la posibilidad de usar infiltraciones de toxina botulínica para el tratamiento de la epicondilitis crónica, resistente al tratamiento estándar (4).
El tratamiento conservador en estos pacientes ha dado muy buenos resultados.
Si el tratamiento conservador no diera resultados después de un tiempo razonable (unos 6 a 12 meses), convendría pensar en el tratamiento quirúrgico (3). Éste consistiría en eliminar calcificaciones y tejidos desvitalizados, los ejercicios de rehabilitación son fundamentales para la recuperación.